viernes, marzo 28, 2014

La vuelta al mundo en 30 meses

Cuánto ir y venir, cuánto esperar. Éramos otros pero somos los mismos. Es cierto que a mi a veces el mundo me abre la boca y me traga. Y a ti te encierra como a un pájarito de plaza, como a princesa de cabellera envidiable, como a hereje en tiempos inquisitivos. Pero seguimos iguales: tu tan Frida y yo tan Armando. Y a lo largo de 30 meses hemos sido algo nuevo: como una tercera persona a la que estamos conociendo y que a veces encontramos lavando la ropa, jugando con McCartney (perro) o sentado entre nosotros mientras vemos Los Simpson. Ese tercero que a veces se emociona también con Doctor Who, Juego de Tronos y Breaking Bad. Lo malo es que ese tercero me dice cosas en secreto: tu no sabes que cuando te llevo a la universidad, se pone a decirme cosas de todo lo que falta, de toda la tarea que se acumula, del baño que falta reparar, del acumulamiento de cosas como issues. Ayer un dramaturgo en su cátedra dijo que el amor por internet no podía ser: ¡tendría que conocernos, hijueputa! Cierto es que primero tuvimos que conocernos y que después fue más distancia la distancia pero de ahí en más no creo que nos hallamos peleado/contado/besado en tantas formas como le sea posible a cualquier pareja con un abismo de 5 cm entre cada uno de las piezas. Hay que ver: yo tan ateo a veces y tu tan agnóstica y al final nos casamos por la iglesia y fuimos al santísimo y vivimos todo como católicos y después fuimos otra cosa. Yo no cambiaría por nada nuestros debates teológicos, los agarres políticos, los malos entendidos del mundo y sus demonios. Nos falta el mundo por conocer pero ya hemos conocido algo: no tan amplio ni tan grande ni tan excelso como el viaje que hicimos hacia dentro de nosotros. Y ese tercero, enrarecido, a quien también quiero abrazar tan fuerte hasta que vuelva a ser uno de nosotros, los dos al mismo tiempo, uno sólo pues pero en nosotros mismos.

martes, mayo 14, 2013

Me gusta estar aquí y contigo.

Me gusta estar aquí, contigo, en esta cafetería, frente a ese ventanal que se azula de muerte vespertina. Me gusta estar aquí, contigo, poniendo letras como un posmoderno Gutenberg, equivocando la sintaxis y la ortografía. Me gusta que la computadora me corrija la ortografía, me gusta la luz de la computadora y ese cover de The National que tardaste en reconocer. Me gusta mucho estar aquí y contigo porque no hay más que aquí y contigo. Porque niego el dolor del mundo y me concentro. Porque vuelven a cantar los Creedence Clearwater Revival arbitrariamente, sin un dj al que le haya yo dicho: toque CCR para la dama, por favor. Aunque yo no se sí te gusten particularmente los CCR, voy a preguntarte de viva voz... “No se mucho de ellos en realidad, no se cuales son sus canciones.” Eso es lo que me has respondido y está bien porque tu así eres, impredecible. La tarde continúa ya no puede continuar, llega la noche y lo que antes era oscuro adentro, ahora pueden verlo desde lejos. No aspiro a más. Yo solo quiero estar aquí, contigo. O en donde sea.

+Frida Landa

lunes, diciembre 10, 2012

Sobre sobrevivir. 3 películas.

He visto tres películas sobre la muerte. O sobre los sobrevivientes ante la tragedia ineludible de la muerte. Y más: los jóvenes y los niños a quienes les toca enfrentar la muerte de los seres queridos. Tres películas que paradojicamente celebran la vida; los sobrevivientes deben salir de un pozo oscuro de depresión y encontrar la luz en los amigos, en los hermanos, en los lazos familiares siempre tensos, a punto de desatarse.
Y es que una muerte en la familia es una ruptura emocional total y afecta la percepción de los padres, los hijos y los hermanos; hablo de una muerte violenta y repentina, cuyo eco cala hondo en cada rincón de los corazones. En la pantalla esa tragedia es un flashback, lo importante es la subsistencia de los protagonista, el intento por recobrar su propia vida, por sanar las heridas propias y lo que es más difícil, perdonar y ser perdonado. 
Pero lo que da motivos siempre a contar estas historias, es el amor que se encuentra en el camino. El sendero de soledad que se abandona cuando los personajes principales se dejan llevar de la mano por los amigos, los hermanos, el primer amor. Cuando comienzan a bailar, a caer por una colina, a aceptar que no hay cosa más importante que los últimos momentos de una vida que de a poco se apaga. 
La música, el arte, la literatura, The Smiths, la amistad contra la culpa, el cáncer, la fatalidad, la violencia. La infinidad de un momento irrepetible, la aceptación de la vida de la que uno no puede escapar, aunque sí se pueda, como un monstruo invisible que te pasa una navaja en la oscuridad, como un kamikaze fantasmal siempre arrepentido, como alucinaciones que son un loop. 
Es imposible abandondar un loop. Es mejor encender la radio, compartir en un beso todo lo que la vida es, aceptar el pasado, sanar, atreverse, ser amigos, amantes. Ser héroes... just for one day. 

Restless de Gus Van Sant, Rachel Getting Married de Jonathan Damme y The Perks of Being a Wallflower de Stephen Chbosky.


lunes, septiembre 17, 2012

Vudú


La calle es un símbolo de nuestra conciencia. En ella se ponen de pie nuestros miedos, a esperar el autobús. Escupen sobre el concreto y el concreto escupe de vuelta el reflejo de la furia. Algunos duermen sobre la calle pero esos no son nuestros miedos, sino nuestras derrotas. Los muros mugrientos y pintarrajeados sirven de sombra, el humo hace grafitis oscurantistas y una prostituta baila semidesnuda con un anciano frente a un niño y yo me pregunto, ¿quien es la muerte en este cuadro? Todo esto es vida: un fuego disparado por un ciego. Nadie ha pedido nacer, le ha tocado la vida por misterio. Podemos acaso quitarnos la vida, engendrar vida, generar nuevos misterios y ponerlos a girar sobre platos girando sobre ejes que no dejan de girar: el misterio sostiene a otros misterios. En ese balance, nace la angustia. Continuar con vida, buscar la subsistencia, que no caigan los platos. Buscar en la trinidad al hombre que ha derrotado a la muerte: el hijo de Dios, el científico, el charlatán.

domingo, agosto 12, 2012

MORRISSEY - IRISH BLOOD ENGLISH HEART

Un momento glorioso para la historia de los juegos olímpicos y de la Gran Bretaña hubiera sido el que Morrissey apareciera en el escenario cantando como todo buen gentleman este himno a la libertad.