La escuela es un parque sin diversiones. Las rocas y la hojarasca constituyen la máxima atracción si hay viento.
José camina al lugar que los niños de su tiempo dejan hueco a las seis.
Hueca la luz, desciende hasta fluir afuera, el hueco queda dentro de las aulas y los pupitres marcan la oscuridad en sus paredes.
Como una cueva de carbón, rectilinea y cúbica, queda manchada la ausencia, el último eco de niños, de sus pisadas resuena en su cabeza.
José conoce su primera jaula. Irremediable.
(Fotografía: Helen Levitt, New York, c. 1940)